"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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16-07-2015 |
Lección “práctica” de capitalismo, nacionalismo e internacionalismo
Rolando Astarita
En la madrugada de hoy, lunes 13 de julio, y luego de 17 horas de sesiones en la Cumbre Europea, Alexis Tsipras firmó una capitulación completa. Lo aceptado por el primer ministro griego es aún peor que la propuesta anterior de la troika, rechazada por el referéndum; y peor de lo que llevó el mismo Tsipras a la Cumbre (véase la nota anterior ).
Ahora se impone al Parlamento griego la aprobación, con plazo máximo el miércoles 15, de la ampliación de la base del IVA; la reforma del sistema de pensiones; y la introducción de recortes automáticos de gastos si no se logran los objetivos de superávit fiscal.
Pero estas son “solo” condiciones para negociar un memorándum de entendimiento con los acreedores. Entre otras medidas, Grecia deberá revisar todo lo legislado desde febrero (salvo las medidas para paliar la crisis humanitaria); adoptar medidas pro mercado, de acuerdo con las recomendaciones de la OCDE, incluyendo comercios abiertos los domingos, apertura de la propiedad de farmacias, y otros negocios. Debe “modernizar” las negociaciones colectivas de los sindicatos; permitir despidos colectivos, según las prácticas de la Unión Europea. Se dispone asimismo que las políticas del mercado de trabajo en ningún caso volverán a disposiciones “que no son compatibles con el objetivo de promover el crecimiento”. El gobierno griego también debe comprometerse a fortalecer el sistema financiero.
Por otra parte, Grecia deberá desarrollar un programa de privatizaciones de escala, entre ellas la red de electricidad. Lo producido será puesto en un fondo independiente (es una especie de fideicomiso) de unos 50.000 millones de euros. El 50% se utilizará para recapitalizar los bancos; de lo restante, el 50% se usará para pagar deuda y el otro 50% para inversiones. El fondo estará en Grecia, no en Luxemburgo, como se establecía originariamente, y será manejado por griegos, pero bajo supervisión de la UE.
También se obliga a Grecia a ceder soberanía, ya que las instituciones de la Unión Europea y el FMI van a inspeccionar la aplicación de las políticas. En otras palabras, los acreedores podrán enviar veedores con pleno acceso a los ministerios y poder de veto sobre la legislación. En tanto, el BCE mantiene las restricciones a la provisión de dinero a los bancos griegos.
Todas estas se consideran medidas indispensables para negociar con Grecia un alargamiento de los plazos de pago y reducción de intereses (pero sin reducción de la deuda de 310.000 millones de euros). La Cumbre europea asume que Grecia necesita entre 82.000 y 86.000 millones de euros.
Naturalmente, Tsipras ahora se enfrenta a una rebelión entre sus parlamentarios y en su partido. Muchos hablan de la formación de un gobierno de unidad nacional, con el Pasok y Nueva Democracia. Todo esto se desarrolla en un marco de parálisis de la economía griega. Los bancos están en una situación muy complicada, porque sufren el retiro de depósitos, por un lado, y tienen muchos activos incobrables, incluyendo deuda del gobierno griego. Las penalidades de las masas trabajadoras y del pueblo son inmensas, y ahora se anuncia más sufrimiento.
Lección práctica de capitalismo
Muchos reformistas y personas de buena voluntad soñaban, hasta la semana pasada, con frases sonoras y “referéndums con el pueblo decidiendo sus destinos”. Algunos desprevenidos llegaron a hablar de “entrada en una nueva época histórica en toda Europa” (sic, publicado en Buenos Aires). Creían el cuento de “la política de la gente se impone por sobre los mercados y los acreedores”. Creían que Atenas iba a negociar con una sociedad de beneficencia. Creían que las relaciones sociales se pasan por alto a fuerza de discursos e imaginación colectiva. Hubo incluso alguno que proponía levantar firmas en respaldo de Tsipras, para enviar a la ONU y que intervenga el Consejo de Seguridad. En fin, se ahogaban en frases.
Pero en Bruselas a nuestros “honestos demócratas” los esperaban para recordarles que esto no es una sociedad de beneficencia, sino de explotación; que por encima de sus ensoñaciones, están los contratos y las relaciones objetivas de poder económico. Por eso, les dieron a entender, sin vueltas, que las deudas en el capitalismo hay que pagarlas con plusvalía “contante y sonante”, esto es, con trabajo humano, al que hay que exprimir a más no poder. En una palabra, los acreedores convirtieron el triunfo de papel en papel mojado. Y entonces, como buenos demócratas pequeño burgueses, los que iban a enfrentar al “capital financiero”, agacharon la cabeza y volvieron a Atenas dispuestos a hacer tragar al pueblo el sapo de la “lección práctica” de capitalismo “práctico”. Y en eso están, a estas horas.
No hay salida nacional
Lo sucedido en estos últimos días pone en evidencia que las salidas de tipo “capitalismo nacional”, son incapaces de oponer una alternativa coherente al capital mundializado. Los acreedores pusieron a los representantes de Atenas ante la disyuntiva de aceptar sus condiciones, o dejar el euro. Digamos, la sartén o el fuego, porque una vuelta al dracma, en tanto se mantengan las relaciones capitalistas, tampoco ahorrará los padecimientos.
Pero los acreedores pudieron hacer eso porque la clase obrera de sus propios países los deja actuar así . Es que las clases dominantes de Alemania, Holanda, Austria y otros países europeos, han alimentado la idea de que “nuestros contribuyentes no deben pagar el rescate de Grecia” (y la deuda la tienen, mayoritariamente, los Estados). Por otra parte, otros muchos trabajadores no ven futuro por fuera del euro; y otros, en fin, adoptan posiciones nacionalistas, combinadas con posturas reaccionarias (como lo son grupos de ultraderecha, incluso aliados a Syriza en Grecia). Este cuadro determinó una relación de fuerzas favorable al capital, al menos hasta ahora. No hay que engañarse con palabrería altisonante sobre este punto. Además, hay que admitir, y decirlo crudamente, que los socialistas pequeño burgueses y socialistas burgueses no tienen alternativa que no sea su reformismo senil y nacional.
Las banderas del internacionalismo socialista
Por eso, frente a este panorama, la única perspectiva progresista para los trabajadores europeos –esto es, no solo los griegos- es el socialismo internacionalista . Muchos dirán que no es una salida “práctica y concreta”. Pero la realidad es que no hay salidas “prácticas y concretas” de las crisis capitalistas que sean favorables a la clase obrera .
Por eso también, es hora de plantear las cosas abiertamente, aunque muchos no comprendan ahora, o lo vean irrealizable . Hay que decir que incluso una salida de tipo socialista en Grecia –estatizaciones, control y poder obrero- será viable si logra conmover y poner en movimiento al resto de la clase obrera europea . Los acreedores no solo han dado una lección “práctica” de capitalismo, sino también han puesto en evidencia que la tarea de derrotar al capital internacionalizado será una tarea de la clase obrera, unida por encima de sus diferencias nacionales. Marx y Engels, hace más de 160 años, lanzaron su famoso llamado “Proletarios del mundo uníos”. Desde entonces, las fuerzas productivas han devenido más internacionalizadas. Es la base objetiva, material, para fundar un proyecto internacionalista, para retomar las banderas de un humanismo solidario trans-fronteras. Es más urgente que nunca antes lo ha sido en la historia.
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